sábado, 7 de junio de 2008

tormenta 1



...viene a mi memoria, aquella mala época, el sufrimiento constante, la dualidad entre el deber y el querer, ¡que responsables y que inconscientes!
cabeza o corazón-corazón o cabeza -cabeza o corazón-corazón o cabeza-cabeza o corazón-
Tanta entereza y tantas lágrimas no derramadas, tanto dolor oculto en el pecho mientras afloraba la sonrisa
¡Cuánto se puede envejecer en unos dias!
Y más hurgar en la herida, aquella visita al espigón, fue una punzada más de dolor feliz, el sentir que aquella unión no era suficiente, no debía bastarnos, teniamos que encontrar otro lugar, otro camino más....¿políticamente correcto?
El tiempo no nos dió la razón y nos devolvió al espigón, a la playa y a ese mar.
Moriremos mirándolo y empapándonos del salitre de su playa....y sonriendo. Ganamos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un buen post, es cierto, pero destila mucha tristeza y fuerza.
un bs

Anónimo dijo...

" Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía o creía saber, que una estrella no podría ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dio unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella."

Anónimo dijo...

"...Así se contaban sueños y recuerdos, amores y desamores; discutían, se abrazaban, se peleaban; compartían certezas y bellezas y también compartían dudas y culpas y preguntas de esas que no tienen respuesta.
Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada."

El libro de los abrazos.
(E. Galeano)